#Historia
1950, El robo de la imagen de la Virgen de los Ángeles.
*La profanación de la Basílica de Cartago y el asesinato de un guarda durante el episodio fue uno de los crímenes más sonados del siglo.
*José León Sánchez, cinco años después del suceso, fue condenado a prisión 45 años por dicho robo. El día de ayer falleció Sánchez.
Al final de la noche del sábado 13 de mayo de 1950 dos individuos entraron a robar en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles en Cartago. Su propósito no eran las limosnas depositadas en las alcancías por los feligreses ni las donaciones por ex votos o favores solicitados, sino más bien el ajuar de fina orfebrería y joyas que recubría a la pequeña imagen que representa a una virgen negra y que desde hace más de trescientos ochenta años es el símbolo de la devoción mariana en Costa Rica.
El acto delincuencial más allá del evidente sacrilegio se revistió de tragedia porque en la huida los ladrones dispararon contra uno de los guardas del lugar de nombre Manuel Solano Torres padre de una numerosa familia de nueve hijos y lo mataron.
Los titulares de todos los diarios al día siguiente tenían esa noticia en grandes caracteres y en poco tiempo los ladrones fueron denominados por el pueblo indignado como los “Monstruos de la Basílica”. El gobierno encabezado por don Otilio Ulate Blanco decretó tres días de duelo nacional y ofreció una recompensa de 50.000 colones (que según cálculos actuales serían casi 35 millones) a quien diera pistas que permitieran resolver el caso.
Tal fue el estupor del país por lo ocurrido, que el entonces presidente Otilio Ulate decretó tres días de duelo nacional y el gobierno ofreció una recompensa de ¢50 mil (un dineral en aquella época, equivalentes a unos ¢33,4 millones de hoy, según consulta realizada al Banco Central). Una semana después del hecho, ocurrió lo que miles consideraron un milagro: la imagen de la Negrita apareció, desprolija de sus ropajes, eso sí, el domingo 21 de mayo.
El 21 de mayo al ser casi las seis de la tarde la pequeña imagen apareció más nos así los ornamentos, no obstante aquello fue percibido como un milagro e inmediatamente en vehículos y a pie literalmente miles de personas desde las cercanías de Cartago y del resto del valle central se dirigieron en una improvisada romería a la vieja metrópoli para celebrar la recuperación de la imagen.
La noticia corrió por Cartago con la celeridad del rayo, congregando a la población en pocos minutos frente a la Basílica. Las campanas fueron echadas al vuelo en Los Ángeles y los otros templos de la ciudad, produciendo expectación y el consiguiente júbilo. La alegría de las gentes se exteriorizó inmediatamente en todas las poblaciones conforme se iba sabiendo la feliz nueva del encuentro. Inmediatamente empezó a desbordarse la población josefina hacia la ciudad de Cartago, movilizándose en toda clase de vehículos y aún a pie.
Cinco años después del suceso y después de una atropellada investigación (en ese momento no existía el OIJ sino una oficina de detectives poco profesionales adscrita al Ministerio de Seguridad) fueron llevados a juicio tres hombres acusados de planificar y ejecutar el robo, además del homicidio: Marco Antonio González Molina (quien murió asesinado en una reyerta estando encarcelado en 1956 en la Penitenciaría Central en San José, hoy Museo de los Niños), José León Sánchez y un cubano (Roberto Figueredo) miembro de una familia adinerada exiliada en Costa Rica.
De González que era un viejo conocido de los tribunales acabamos de decir cuál fue su triste suerte. De Figueredo diremos que apenas recibió una condena de dos años con el cargo de encubrimiento (su abogado logró que no se le juzgara como autor intelectual del delito) y José León Sánchez que cuando se cometió el ilícito tenía tan solo 21 años fue penado con cuarenta y cinco años de cárcel. Sánchez, desde la cárcel y convertido luego en escritor, siempre insistió en que su caso debía de revisarse.
Fuentes: Polimatia y LN.
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