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El terremoto de Limón de hace 33 años, un 22 de abril de 1991, nos recuerda que la Tierra está viva.
¿Lo recuerda usted?
Hace 33 años, el 22 de abril de 1991, al ser las 3:57 pm, ocurrió un terremoto que tuvo una mw de 7.7, convirtiéndolo en el terremoto de mayor magnitud del ese año en todo el Planeta. El epicentro fue a 40 kilómetros al sur de la provincia de Limón.
El sismo fue sentido fuerte en todo Costa Rica y un gran área desde Honduras hasta Colombia. Este temblor causó la muerte de 48 personas en Costa Rica y de 79 en Panamá.
Además, el movimiento telúrico provocó daños en la infraestructura, como el colapso de 4 452 hogares costarricenses, así como de algunos puentes, carreteras y la línea férrea. Se estima que generó daños en un área cercana a los 8.000 kilómetros cuadrados. En Costa Rica, las pérdidas ascendieron a ¢21.991 millones.
La tierra se sacudió con fuerza y dejó imágenes que difícilmente serán borradas de la memoria de quienes lo vivieron, como por ejemplo esta que publicamos medios de la época, la cual muestra el daño tan severo que sufrieron algunos tramos de las carretera de la Provincia de Limón.
Para entonces, se tuvieron que restablecer cerca de 309 kilómetros de carreteras, lo cual causó la interrupción del tráfico entre San José y Limón durante cinco días. Esta situación dificultó la atención de la emergencia.
El sismo generó pérdidas millonarias al sector exportador del país, el cual tuvo que lidiar con los problemas en el puerto de Moín, debido a que las exportaciones e importaciones marítimas se paralizaron tras el sismo.
Otro fenómeno que causó daños en la provincia de Limón fue el proceso de licuefacción del suelo. Este término hace referencia a los terrenos (particularmente en sedimentos recientes, como arena o grava) que pierden su firmeza y fluyen a causa de la saturación de agua, como resultado de los efectos de los temblores.
Aunado a lo anterior, el terremoto tuvo un impacto ambiental negativo, debido al levantamiento de la línea costera de Costa Rica, de hasta dos metros, según expresó Alvarado. Esto provocó la destrucción de los arrecifes coralinos de la costa caribeña.
Dicha elevación del terreno redujo el impacto de un tsunami que se formó como consecuencia del temblor y, además, evitó que este generara efectos mayores.
Otra pérdida ambiental fue el daño severo de 50 kilómetros cuadrados de bosque tropical a raíz de los deslizamientos, principalmente por avalanchas de lodo, inundaciones y contaminación con sedimentos de aguas fluviales.
Fuente : Red Sismológica Nacional RSN y Universidad de Costa Rica UCR.
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